¿Alguien se atreve a decir que su manera de vivir es la más acertada?
Me refiero a aquellos que dicen saber cómo actuar en todo momento, sin dudar, y que se sienten tan seguros de sí mismos que jamás tienen miedo al fracaso.
Personalmente, me generan un poco de rechazo aquellos que en cuanto te ven, empiezan a soltar consejos sobre todos los temas que puedan surgir en una insignificante conversación. Bueno, en realidad me generan bastante rechazo, o mejor dicho NO LOS AGUANTO!
Ni hablar cuando se me cruzan "madres y padres perfectos", de esos que te sueltan unos sermones interminables de cómo debemos criar a nuestros hijos. O esos artistas que te dicen con un gesto de gran superación, que no sienten nervios antes de salir al escenario, mientras que yo en esos momentos me estoy cagando literalmente. Es realmente agotador.
¿Por qué tenemos esa necesidad de parecer sabios? Entiendo que necesitemos potenciar nuestra autoestima de vez en cuando, pero... ¿no nos estamos pasando? Incluso mis escritos me suenan a "lo que yo pienso es lo mejor". ¿¡Cómo se controla esto!?
En resumen, somos insoportablemente egocéntricos, lo cual no deja de asombrarme porque creo que es demasiado peso para que soporten nuestras espaldas. Lo considero abrumador, pero siempre caemos en lo mismo, algunos más, otros menos, pero caemos. Sobre todo ahora, en la era de los mensajes positivos y la invasión de caretas en las redes sociales.
Aunque coincido con mi abuela, que decía que los trapitos se secan dentro de casa, entiendo que eso no significa aparentar ser alguien "elevado".
Esta negativa a mostrarse vulnerable e imperfecto, creo que nos está convirtiendo en carreras humanas, siempre comparando quién tiene más, ya sea likes en las fotos de facebook, los hijos más inteligentes y guapos, más trabajo, más amigos, más viajes, más ropa, etc... y etc...
¿Y si intentamos ser nosotros mismos, sin tantos rollos? Suena cursi, lo sé, pero yo soy cursi. Quizás esa felicidad que siempre estamos buscando, radica en el simple hecho de aceptarnos, con más defectos que virtudes, pero felices a nuestra medida y sin exigir tanto.
¿Saben qué? no me hagan caso... porque sólo sé que no sé nada... de nada.... de nada....
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